viernes, 7 de noviembre de 2014

Urtubey, de la democracia a la tiranía http://ift.tt/1pvHjUX

Juan Manuel Urtubey


SALTA.- No hay nada peor que ir contra la naturaleza de las cosas, más aún cuando se el político es culto y conoce que la historia es implacable: hasta el Imperio Romano cayó. La República francesa terminó con los despotismos ilustrados, ¡Cuánto puede durar uno que ni siquiera puede presumir de culto!


La pretensión del Gobernador Juan Manuel Urtubey de quedarse otro periodo más, violentando la Constitución con una interpretación forzada a cambio de favores políticos por parte de la Corte Suprema, no es sana y sus efectos se están viendo en las encuestas que reflejan que la sociedad están pensando. Y ése es el problema de los despotismos, cuando la sociedad piensa.


Un tercer periodo de gobierno “U” para sociedad de Salta sería lo peor que le podría pasar porque las estructuras ya demuestran el desgaste. A la permanencia, se agrega la mediocridad de un gabinete ministerial ocupado por gente sin sensibilidad social y sin trayectoria de vida, en lenguaje vulgar se diría “calle”.


Los intendentes del interior, otrora los fieles perros falderos, hoy se mueven inquietos teniendo que mostrar sonrisas forzadas porque durante los próximos meses dependen del grifo de la coparticipación de recursos, pero ya forman grupos entre ellos para considerar otras opciones: Miguel Isa o Juan Carlos Romero.


La decadencia educativa no ha podido ser superada, el juego de Urtubey de dividir para reinar logró que la Agremiación Docente Provincial se convierta en aliada del Gobierno en contra de los trabajadores, pero dio lugar a la multiplicación de pseudogremios que ahora están comenzando a actuar como bombas de racimo, es decir, explotando acá y allá.


Crímenes resonantes no resueltos o con sentencias dudosas, entregas irregulares de viviendas del IPV jamás investigadas, funcionarios sospechados de corrupción que son premiados con otros altos cargos, favoritismos familiares en las designaciones judiciales, muertes debidas a inoperancia del Estado, son apenas unas pocas muestras de lo que produce la falta de alternancia en el poder.


Cuando un político pretende quedarse más tiempo de lo que le dicta la Constitución –o peor aún, la reforma para hacerlo, como lo hizo Carlos Menem y Juan Carlos Romero-, es la inequívoca señal de que se ha convertido en un tirano.


Redacción El Diario de Salta







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