ARGENTINA.- La nueva internación dejó en evidencia el esquema vertical y personalista con el que funciona el Gobierno “K”. Mientras los funcionarios hacen hincapié en que la Presidente Cristina Fernández les da instrucciones y "los tiene cortitos", el Ejecutivo intenta disimular el fantasma de un Amado Boudou como Presidente interino
"Por disposición expresa de la Presidenta", fue la frase más repetida por Diego Bossio, Director de la Anses, al anunciar un plan de ayuda para los afectados por las inundaciones en la provincia de Buenos Aires.
A esa misma hora, Cristina Kirchner estaba en su habitación del sanatorio Otamendi, febril y dolorida en el abdomen por su sigmoiditis, y bajo el continuo monitoreo de los médicos, que le hacían tomografías y análisis de sangre.
Pero la preocupación del Gobierno, en términos de comunicación política, era destacar que en ningún momento se había desconectado de la realidad nacional ni había abandonado su absoluto control de las funciones gubernamentales.
Dos días después, la Ministro de Industria, Débora Giorgi, abundaba más en este terreno, al revelar que durante la semana de la internación ella y los funcionarios habían recibido muchos mensajes con indicaciones expresas sobre las medidas a tomar.
"Nos manda indicaciones por mensaje de texto y mail, teniéndonos a todos bien cortitos", confesó la ministra, quien se abstuvo de contar cómo habían caído en el ánimo de la Presidenta los últimos datos oficiales sobre baja de la producción industrial -2,7% acumulado en el año, 14 meses consecutivos de recesión-.
Luego fue el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien al anunciar la apertura de nuevas cuotas de exportación para trigo y maíz, recalcó que estaba siguiendo instrucciones precisas de la jefa de Estado.
No hay forma de saber cuán atenta estuvo a los avatares de la política durante esta nueva internación: el secretismo en el Otamendi llega a tal punto que ha sido desalojado el piso donde se encuentra y los detalles de su historia médica son borrados del sistema para evitar filtraciones.
Hay analistas políticos que creen que la imagen de una Cristina pendiente de todo lo que sucede es apenas una construcción política.
"No creo que ninguno de los funcionarios esté en contacto. No creo siquiera que los ministros hablen con ella. Más bien, me inclino a pensar que lo que se quiere transmitir es que sólo ella controla la administración", apunta el politólogo Roberto Starke.
Pero también hay quienes opinan que este protagonismo desde su internación es perfectamente factible dada su personalidad, que la lleva a tener poco apego por la delegación de funciones.
"Esta es una situación que se repite constantemente. No se puede negar que es imprescindible que Cristina esté a cargo del Gobierno, tanto para tomar decisiones como para comunicar", argumenta Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas.
Para el politólogo Rosendo Fraga, lo que queda en evidencia en situaciones como esta es que ningún funcionario tiene poder de por sí.
"En un régimen ‘hiper-presidencialista' como este, los funcionarios ejercen su poder por delegación. Es lógico que durante su internación digan que las decisiones que están ejecutando las toma ella", señala.
En todo caso, los que los analistas perciben es que, para el kirchnerismo, la independencia que muestran los funcionarios en ausencia de Cristina no es percibida como una fortaleza sino como una debilidad.
Para Diego Dillenberger, consultor en comunicación política, hay una evidente intención de reforzar el protagonismo de la mandataria: "El hecho de que todo el tiempo los funcionarios enfaticen que hablan por orden de la Presidenta apunta a desdramatizar el grado de peligro de su enfermedad".
Fuente: Medios
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