Una madurez democrática impondría que el gobernante sea efectivamente eso, un mandatario del pueblo para administrar políticas de estado, no políticas partidarias, o peor aún, de sectores políticos o sociales.
La Argentina es un país que atrasa porque las políticas son de partido, entonces, el que viene cambia todo y se termina en el gatopardismo de “cambiar todo para que nada cambie”. Se trata de ir avanzando mediante acuerdos pragmáticos y no a través de supuestas revoluciones que terminan en un fraude como fue el menemismo neoliberal, o en el posible caos que puede terminar el kirchnerismo montonero y resentido.
En las provincias pasa otro tanto. Basta observar la dirigencia política de Salta y comprobar que no hay políticos sino pseudo caudillos que han copado espacios de poder y no piensan moverse de allí, utilizando los mismos sicarios que pasan de gobierno en gobierno.
Es absurdo pensar que en treinta años de democracia no se hayan podido generar tantos líderes como propuestas y todo tenga que seguir pasando por las manos de un supuesto partido peronista que ya no es tal, donde se encaraman trepadores que terminan acumulando fortunas y expedientes judiciales.
Entonces, cuáles son las razones para que un demócrata se oponga a una reelección, podrían resumirse en las siguientes:
1.- La reelección obstruye el “trasvasamiento generacional” del que hablaba el General Perón y consagra elites que deprecian la democracia consagrando a los inútiles de “sí” fácil en lugar de ciudadanos ilustrados y capaces.
2.- Consagra caudillos en lugar de líderes democráticos. El caudillo entiende la razón de Estado como propia y de su grupo, el líder valora el cambio y labora por los ciudadanos. El caudillo busca la gloria propia, mientras el líder avanza hacia cambios que él no verá.
3.- El líder democrático busca a los más capaces y con vocación de servicio, en cambio, cuando el mandato se prolonga, el caudillo busca rodearse de cortesanos y genuflexos que lo halaguen.
4.- La permanencia ilimitada en el poder atrae a la corrupción generando una “mercantilista entre el poder económico y el político” Nacen las grandes fortunas fáciles.
5.- Es más difícil corregir errores porque el sistema se acostumbra al pensamiento único. La mayoría legislativa termina trabajando para certificar los intereses de una minoría exclusiva.
6.- Se fosiliza la burocracia y se consolida la incompetencia, como es posible comprobar en funcionarios que nada hacen.
7.- Finalmente, la permanencia conspira contra la democracia y revela que el gobernante no es un demócrata sino un obsesivo del poder, cercano a la tiranía o a la dictadura, porque no comprende que Estado es una obra dinámica. Es el punto que hace más peligroso al gobernante.
Así se entiende que se trate de mantener al pueblo en la ignorancia, un hombre que no sabe, no podrá elaborar este razonamiento y seguirá votando lo mismo.
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