SALTA.- La precarización en la función público no solamente es material sino antes que nada mental. Y lamentablemente tienen que ocurrir las tragedias para que salga a la luz lo que se pudo evitar simplemente con aplicada administración de los recursos.
La fatalidad es un avatar que está fuera de los límites de cualquier previsión, es verdad, pero cuando el hecho nefasto acontece, las cosas tienen que haber sido de tal manera que la crítica sea del menor rango posible, o imposible incluso.
La muerte de cuatro trabajadores de Defensa Civil en cumplimiento del deber, calcinados por el fuego, ha despertado en el imaginario colectivo a partir de las denuncias de los familiares que los fallecidos no contaban con el equipamiento correcto.
De allí que se convierta en materia opinable de acá en más qué elementos disponían o no los brigadistas, si fueron lanzados a la aventura política de proteger campos de allegados al poder o no, y que si el Gobierno actuó con frialdad o no, son todos todos tópicos que pudieron evitarse con una adecuada formación ciudadana en materia de defensa civil y una adecuada información sobre la manera en que trabajan los brigadistas.
Ahora ya es tarde, luego de dos periodos de gobierno, con el desgaste propio de tanto tiempo y la caída que viene observando la figura de la Gestión en las encuestas, hasta el homenaje es tardío.
Redacción El Diario de Salta
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