Las pocas luces del Vicegobernador en materia política es un dato del que puede dar cuenta todo el mundo. De hecho, en los dos periodos en que acompañó a Juan Manuel Urtubey, cuando alguna situación crítica se presentó, jamás estuvo Zottos al frente negociando una salida.
Tampoco se lo ha visto en ocasión de diálogos políticos con opositores en serio, ni mucho menos a la hora de jugarse con posturas de fuste. Lo de Zottos fue jugar siempre de figura decorativa, papel tan asumido que buen dinero invirtió en cirugías y tinturas, puro envase, como se diría.
El único diálogo político conocido accionado por Zottos, son las componendas dentro de su Partido Renovador al que llevó a la extinción entregándolo como comodín de los designios de Urtubey.
Hoy, apenas unos cuantos “leales” a Zottos serían capaces de reconocerlo como un dirigente con proyección política. Son los que durante casi una década parasitaron a su lado en cargos públicos beneficiándose económicamente.
Tampoco se le han encargado jamás a Zottos misiones de envergadura diplomática fuera de la Provincia, a excepción de las emprendidas por él mismo, como cuando decidió visitar las tierras de sus ancestros griegos sin dar razón de su viaje, por lo que durante más de un mes nadie supo dónde estaba ni cuándo volvería. Mucho menos para qué se había ido.
El Huevo de la Serpiente
Con no ser poco la incapacidad demostrada durante estos años por el Vicegobernador, sabido es que en la oportunidad que tuvo trató siempre de llevar agua para su molino, desacreditando al propio Urtubey, de ser necesario.
La última felonía de Zottos se habría dado recientemente cuando el Gobernador Urtubey transitaba el duelo por el trágico fallecimiento de su sobrino, lapso de días que habría aprovechado el renovador para hacerse de “un equipo” y recorrer las oficinas del Grand Bourg preguntando a los empleados cómo estaban y qué había que cambiar, además de otras disposiciones que su lapicera no le permite.
Así es la triste historia de este personaje mediocre que todavía pretende liderar un Partido –así laman a los restos de lo que fue el PRS-, y en el colmo de la insanía, aún pretende continuar en el mismo cargo un tercer periodo.
Redacción El Diario de Salta
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