Mientras los vecinos de Argentina en UNASUR invierten sumas importantes en Defensa Nacional, aquí el gasto militar en relación al PBI es uno de los más bajos del mundo. Brasil dispone del 1,5%, Uruguay el 2%, y el más alto es el de Chile con el 3,5%. Esta situación ya tomó estado público en los diarios del mundo que señalan que el Gobierno argentino en materia de Defensa Nacional va por el camino equivocado.
En los últimos diez años se abandonó cualquier intento de modernización y se corrompió hasta el acceso a las cúpulas donde sólo se promueven aquellos que se han hecho cómplices de las políticas del Ministerio de Defensa.
Más abajo, los cuadros tienen cada vez menor grado de educación, sueldos bajos y pagados en negro. En síntesis, sin proyecto de Defensa, las FFAA no gravitan como factor de disuasión ni de acción.
El pequeño gasto militar en Argentina se diluye en imputaciones para reparar el Rompehielos ARA Almiránte Irízar que lleva siete años parado, apenas hay munición y la modernización de sistemas es ridículo. La mayoría de los sistemas de defensa y equipos con los que cuenta nuestro país son obsoletos y/o sin mantenimiento, se remontan a 25/35 años, con tecnología desarrollada en las décadas 60 y 70. A la falta de equipamiento, le debemos sumar la pérdida/cierre de las fábricas militares.
La educación en los Institutos militares, antes un orgullo y de alto nivel, se destruyó direccionándola hacia una matriz educativa politizada con un alarmante ideario y con escasa exigencia universitaria.
En materia salarial, podríamos estar refiriéndonos a Fuerzas Irregulares. En los últimos años, el Poder Ejecutivo acentuó la política de que el personal militar en actividad cobre casi la mitad del sueldo en negro, como suplementos no remunerativos ni bonificables, por lo que el horizonte de una mala jubilación (retiro) va debilitando su vocación por la patria.
El mismo General Juan Domingo Perón advertía en 1945 que la “Defensa Nacional no es tarea de un día para otro. Se construye con el tiempo y debe ser permanente porque no se sabe cuándo será necesario ejercitarla”.
Pretender vivir en este mundo sin Fuerzas Armadas creíbles es exponerse a perder todo: oportunidades, territorio, modo de vida, autonomía, incluso la libertad.
Redacción El Diario de Salta
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