SALTA.- Uno de los males de la permanencia “ad eternum” en los cargos públicos, es la formación de camarillas en el poder que cuando el individuo no está investido de una alta moral terminan desviándose del objetivo final, que es servir al pueblo.
Pedro Sández es un ejemplo claro de esta clase de personajes a los cuales la política les dio la oportunidad de encaramarse en una estructura y parasitar por décadas, viviendo a costillas del erario público.
Esta clase de personas pierden la solemnidad de buen nombre y honor cuando terminan sospechados de cometer delitos, sin que esta calificación social les importe porque su fin no es servir al pueblo sino servirse a sí mismos.
El hombre público debiera aspirar que su nombre quede inscripto en letras de bronce y no en la carátula de un expediente judicial como es el caso de Pedro Sández, Manuel Santiago Godoy, Luis Díaz y otros par de personajes que habrían servido a los fines de una apropiación indebida de tierras en Tolloche.
Ese sólo hecho de haber sido sus nombres trajinados por la prensa en el año 2011 como ejecutores de tamaño despojo público, en el caso de tener decencia, les debería haber impulsado a renunciar y ponerse a disposición de la Justicia para dejar clara ante todos su honestidad.
Pero esta es una pretensión sólo posible de pensar en los hombres de bien, no en aquellos que por empezar, violentan la democracia quedándose a usufructuar un lugar que es de todos como si fuera propio; luego, que no les importa ser señalados de todas las formas posibles como autores posibles de supuestos latrocinios, incluso más, que utilizan su tribuna para enlodar la honra de terceros, sin antes haber dejado en claro en qué situación están ellos mismos.
Este legislador –Sández-, enciende una denuncia por supuesta adopción ilegítima contra la ex Ministro de Seguridad, María Inés Diez, quien ahora queda en el candelero de la sospecha junto a otros magistrados, acusada nada menos que un por delito de lesa humanidad. Casi nada.
Al prestigio personal ya vapuleado por la prensa y el comentario público, Pedro Sández no tiene la hombría de bien de ocuparse primero de lavar sus manos de la tierra que lo cubre, sino que salpica a cuantos puede para enlodar más la cuestión.
Una Justicia venal, sometida a intereses políticos, que no ha sabido dar cuentas en estos años de las denuncias contra Sández y Godoy, contra Juan Carlos Romero, y contra cuántos otros que han sido denunciados, permite que sujetos como estos continúen viviendo gratis, sin hacer esfuerzo alguno para mejorar el sistema de gobierno, por el contrario, acorralados lo mismo que las fieras, tratan de herir con sus zarpas a todos cuanto puedan.
Si Pedro Sández y Santiago Godoy fueran hombres de bien, ya no estarían en esos cargos; pero será tal vez que como en el caso de Sández algo tengan que esconder que en lugar de transparentar su situación, hacen uso del viejo recurso que enseña que, “La mejor defensa es un buen ataque”.-
Redacción El Diario de Salta
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