Si todo pueblo tiene el gobierno que se merece, en Salta un importante número de ciudadanos a dilapidado su voto favoreciendo al Partido Obrero, consagrándolo en un pináculo electoral en la Capital y dándole la oportunidad de acaudalar más dinero a sus ya consabidos dirigentes.
Con nueve integrantes en el Concejo Deliberante, cifra inédita para un Partido de la índole del PO, este segmento trotskista tuvo una oportunidad inmejorable para cambiar desde la legalidad las cosas que dicen pretender cambiar.
Pero no fue así, ha transcurrido un año ya que sus miembros ocupan escaños en el legislativo municipal, en la Legislatura provincial e incluso en el Congreso de la Nación, y hasta la fecha nada revolucionario en materia de leyes ha surgido de esas cabezas. Nada, absolutamente nada.
Sin embargo, a la hora de las movilizaciones callejeras que únicamente sirven para entorpecer el libre tránsito de los ciudadanos que trabajan, para infiltrarse y generar mayor caos como en el caso del conflicto docente, y más recientemente, para echar más leña al fuego –literalmente- acompañando a los grupos más radicalizados y delirantes de mujeres que participaron del Encuentro Nacional, allí sí se destacan los militantes del Partido Obrero.
Ha sido, pues, un voto desperdiciado. En la búsqueda de castigar a un Gobierno que no da respuestas, la opción por el PO ha sido un gran error.
No obstante, algo bueno se puede sacar de esto, ya tuvo el Partido Obrero la oportunidad de jugar democráticamente, en el marco de las Instituciones y la desperdició mostrando a los ciudadanos que su naturaleza no es militar en el marco de la democracia, sino ser siempre un instrumento de la violencia atentando contra el orden social y los valores de una sociedad civilizada.
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