Faltan pocos días para que la Argentina
desfogue su pasión futbolera a todo dar. El ambiente ya se palpita en los
locales céntricos donde los colores celeste y blanco comienzan a adornar los
maniquíes y los quioscos se atiborran de banderas, gorras, bufandas y otros
chiches del merchadising albiceleste.
Nadie escapa a esta fiebre de la
redonda…, o mejor dicho, algunos aprovechan para escaparse mientras la epidemia
afecta a la sociedad.
Es el caso de los funcionarios de todo
nivel que desde la semana entrante dejarán su silla vacía para sentarse en una
butaca de los estadios brasileños a disfrutar de los partidos de este Mundial.
Efectivamente, ya se han formado verdaderas delegaciones que en las próximas
horas abordarán aviones y vehículos para partir rumbo a la tierra carioca,
dejando desoladas las oficinas públicas.
En la Intendencia capitalina, el Lord
Mayor junto a un grupo de íntimos ya tiene pasaje, y en el Grand Bourg, dos
Ministros habrían contratado sendas casas para aposentarse durante estas
semanas, aunque según se comenta, luego de firmar los contratos se dieron con
que no tenían entradas para los partidos, pero bueno, ya estaban en la partida,
así que partirán nomás.
Hay otros que aprovechando el éxodo de
sus colegas han contratado viajes a Estados Unidos y Europa, total, “quién se
va a dar cuenta”. En algunos casos, otros han organizado su agenda de modo de
irse y volver a poner la cara y partir de nuevo, al fin de cuentas no son más
que unos dos mil y pico de kilómetros, nada que en un vehículo de alta gama no
se pueda hacer.
Para los comerciantes esta también es
una buena temporada, porque como dijimos, se aprovecha para vender lo mismo que
se vende hasta ahora, pero pintado de celeste y blanco, desde una afeitadora,
vestimenta, y por supuesto, los tours aunque más no sea para mirar de cerca este
evento.
Mientras todo esto ocurre, la masa
traslada sus pensamientos hacia las pantallas por donde transitará la vida
durante casi tres semanas, abstrayéndose de todos los problemas cotidianos, una
suerte de vacaciones a las neuronas que es bien aprovechada por los que
debieran cumplir con el mandato popular de administrar la cosa pública.
¡Vamos todos al Mundial! Total, quién
se va a dar cuenta.
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