sábado, 7 de junio de 2014

¡VAMOS TODOS AL MUNDIAL!


Faltan pocos días para que la Argentina desfogue su pasión futbolera a todo dar. El ambiente ya se palpita en los locales céntricos donde los colores celeste y blanco comienzan a adornar los maniquíes y los quioscos se atiborran de banderas, gorras, bufandas y otros chiches del merchadising albiceleste.
Nadie escapa a esta fiebre de la redonda…, o mejor dicho, algunos aprovechan para escaparse mientras la epidemia afecta a la sociedad.
Es el caso de los funcionarios de todo nivel que desde la semana entrante dejarán su silla vacía para sentarse en una butaca de los estadios brasileños a disfrutar de los partidos de este Mundial. Efectivamente, ya se han formado verdaderas delegaciones que en las próximas horas abordarán aviones y vehículos para partir rumbo a la tierra carioca, dejando desoladas las oficinas públicas.
En la Intendencia capitalina, el Lord Mayor junto a un grupo de íntimos ya tiene pasaje, y en el Grand Bourg, dos Ministros habrían contratado sendas casas para aposentarse durante estas semanas, aunque según se comenta, luego de firmar los contratos se dieron con que no tenían entradas para los partidos, pero bueno, ya estaban en la partida, así que partirán nomás.
Hay otros que aprovechando el éxodo de sus colegas han contratado viajes a Estados Unidos y Europa, total, “quién se va a dar cuenta”. En algunos casos, otros han organizado su agenda de modo de irse y volver a poner la cara y partir de nuevo, al fin de cuentas no son más que unos dos mil y pico de kilómetros, nada que en un vehículo de alta gama no se pueda hacer.
Para los comerciantes esta también es una buena temporada, porque como dijimos, se aprovecha para vender lo mismo que se vende hasta ahora, pero pintado de celeste y blanco, desde una afeitadora, vestimenta, y por supuesto, los tours aunque más no sea para mirar de cerca este evento.
Mientras todo esto ocurre, la masa traslada sus pensamientos hacia las pantallas por donde transitará la vida durante casi tres semanas, abstrayéndose de todos los problemas cotidianos, una suerte de vacaciones a las neuronas que es bien aprovechada por los que debieran cumplir con el mandato popular de administrar la cosa pública.

¡Vamos todos al Mundial! Total, quién se va a dar cuenta.


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