La jornada del 16 de junio de 1955, 300 argentinos fueron asesinados
en un bombardeo que aviones de guerra de la Marina que buscaban matar al
Presidente Juan Domingo Perón, que a esa hora se había retirado al Ministerio
de Guerra ubicado a 200 metros de la Casa Rosada por lo cual no estaba en ella
al comenzar los ataques aéreos y el intento de asalto por fuerzas de tierra.
La noche del 15 de junio el ministro de Ejército general
Franklin Lucero fue informado por su ayudante que se produciría una rebelión en
las primeras horas del día siguiente pero no le dio crédito a la noticia ni la
informó a Perón. El gobierno también tenía conocimiento del levantamiento por
otras fuentes pero no intentó desactivar el golpe.
El plan consistía en aprovechar un vuelo-homenaje de
desagravio a la Bandera Nacional que despegaría a las 8 de la mañana, y
bombardear la Casa de Gobierno y el Ministerio de Guerra con el objetivo de
eliminar a Perón o provocar un duro golpe psicológico contra su administración.
Tropas del Batallón de Infantería de Marina 4 (BIM4) al
mando del vicealmirante Benjamín Gargiulo avanzaría desde la Dársena Norte del
Puerto de Buenos Aires para tomar la Casa de Gobierno, con el apoyo armado de
grupos civiles apostados en la Plaza.
En horas de la mañana del 16 de junio el vicealmirante
Gargiulo arengó a sus hombres del Batallón de Infantería de Marina 4 (quienes
no estaban al corriente de la acción que se les pediría emprender) para que
actuaran por la Patria y por su comandante, enviando luego a la tropa para que
tomara la Casa Rosada. A los pocos minutos se les ordenó regresar: el despegue
de los rebeldes de Punta Indio (estipulado para las 8 de la mañana) se había
retrasado hasta las 10.45 por la niebla matinal, y el plan requería la
coordinación con el ataque aéreo. La Flota de Mar tampoco pudo salir de Puerto
Belgrano por falta de coordinación y por supuestos problemas técnicos en las
calderas de sus buques.
Para el mediodía Perón fue notificado de estos extraños
movimientos por el Ministro de Guerra, General Franklin Lucero, en el
Ministerio de Guerra. Mientras se desarrollaba esta junta se produjo el ataque
aéreo y el presidente se refugió en el Ministerio de Guerra y "se dispuso
a sofocar la rebelión".
A las 12.40, la escuadra de treinta y cuatro aviones de la
Marina de Guerra argentina que había estado sobrevolando la ciudad desde hacía
bastante tiempo (22 North American AT-6, 5 Beechcraft AT-11, 3 hidroaviones de
patrulla y rescate. Consolidated PBY Catalina) , iniciaron sus bombardeos y
ametrallamientos al área de la Plaza de Mayo.
La sorpresa del ataque hizo que el mismo cayera sobre la
población, que realizaba sus actividades normales. Entre las primeras víctimas,
cayeron los ocupantes de los vehículos de transporte público de pasajeros. Un
trolebús repleto, recibió una bomba de lleno, muriendo todos sus ocupantes.
Se arrojaron 9500 kg de bombas, causando la muerte a 364
personas y heridas a más de 800.Como los confabulados no consiguieron bombas de
alto poder explosivo, emplearon contra la ciudad abierta bombas de
fragmentación de 50 kg, provocando rápidamente cientos de víctimas y daños
materiales.
Ante el fracaso del combate en tierra y tras sufrir dos
derribos por las baterías antiaéreas montadas en la zona, los aviadores
rebeldes reciben la orden de huir al territorio uruguayo, pidiendo asilo.
En un mensaje radial emitido a las 17.15 horas, el General
Perón afirmó que "la situación está totalmente dominada. El Ministerio de
Marina, donde estaba el comando revolucionario, se ha entregado y está ocupado,
y los culpables, detenidos", e instó a la población: "nosotros, como
pueblo civilizado, no podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión,
sino por la reflexión". (Especial El Diario de Salta)
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