La Gesta Güemesiana es pues, el conjunto de acciones
llevadas adelante por todo un pueblo que se mantuvo durante más de cinco años
en campaña hasta la muerte de Güemes en 1821.
Se compuso en el plano militar de acciones fugaces, de
emboscadas y cargas de caballería que terminaban tan repentinamente como se
habían presentado generando un estado de inseguridad y desmoralizando al
enemigo.
En cuando al espacio social, éste cubrió toda la geografía
norte del antiguo Virreinato del Río de la Plata y significó la participación masiva de la
población donde hasta las mujeres hicieron gala de un heroísmo poco común. Tan
ajustados fueron los códigos utilizados para tejer una red de información, que
Güemes podía tener «en tiempo real» la posición y composición de las partidas
realistas y ordenar ataque simultáneos perfectamente coordinados.
La estrategia de la Guerra Gaucha resultó para los realistas
luchar contra un enemigo sin rostro, en permanente movilidad pero que hizo una
guerra total.
Cuando las primeras líneas enemigas pensaban avanzar sobre
campo despejado, donde menos se piensa surgen jinetes que los desorganizan
dejando muertos y heridos en el campo para desaparecer tan fantasmalmente como
se presentaron.
En tanto, la retaguardia sufre el desgaste de
francotiradores que diezman las filas, mientras los soldados rezagados
desaparecen en la espesura de los montes.
No hay nada utilizable al paso de los españoles, los campos
quedan yertos, los corrales vacíos, las cosechas quemadas; el hambre se
convierte para los extranjeros en otro enemigo a vencer.
Por eso, la Gesta Güemesiana si bien tiene la impronta del
Prócer, adquiere el sentido popular porque el protagonista decisivo es el
sujeto colectivo, el pueblo en su conjunto.
De allí el doble mérito de un Güemes que formó cuadros y
hasta un Estado Mayor, escuadrones y compañías, con todos los servicios propios
del mejor ejército regular.
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