sábado, 7 de junio de 2014

EL COSTO DE LA INCLUSIÓN SOCIAL: LA EXCLUSIÓN

La gratuidad de los servicios públicos ha sido siempre una medida utilizada por los gobiernos demagógicos que pretenden ganarse el favor del pueblo por la dádiva en lugar de hacerlo por los esfuerzos.
Un viejo slogan decía que “Los impuestos vuelven al pueblo”, o debieran volver, pero transformados en más y mejores servicios, pero sobre todo, en mayores posibilidades de crecimiento individual. Gobernar, básicamente, debe ser elevar el nivel de vida del ciudadano para que cada vez tenga mayores y mejores oportunidades.
Con la gratuidad del boleto, por ejemplo, simplemente se está engañando a la masa haciéndole pensar que ha obtenido un beneficio cuando en realidad no es así. Sólo un sector de la población, y justamente el menos productivo, accede en forma gratuita al servicio de transporte, que para más, lo utiliza inadecuadamente.
Las estadísticas marcaron que los dos primeros días de boleto gratuito –lunes y martes- el servicio se vio colapsado por la cantidad de estudiantes (si pueden llamarse así) que utilizaron los colectivos para pasear por la ciudad, bajando de uno y subiendo a otro indiscriminadamente.
Mientras tanto, el sector productivo, el empleado de comercio, el bancario, el operario, en fin, que son los que mueven la maquinaria productiva deben seguir pagando el boleto que dentro de un tiempo lógicamente, incrementará su precio.
Si el discurso señala que el boleto gratuito es para lograr mayor inclusión, esa posibilidad debió por lo menos estar regulada para que los estudiantes puedan trasladarse gratis en un determinado rango de horario coincidente con la salida y entrada de clases, de lunes a viernes, por ejemplo. Que un jubilado tenga libre pase es comprensible y plausible que lo disfrute, ya que son la clase más expoliada por los gobiernos que utilizan sus recursos para financiar, entre otras cosas, liberalidades como esta del boleto gratuito.

Nada es gratis en la vida. Nunca lo fue. Hasta Adán y Eva pagaron su decisión de hacer lo que querían siendo expulsados del Paraíso. Como se ve, los paraísos no existen.

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