Algunos dicen que es por causa de la proximidad de la
campaña política que ya viene cosechando alianzas y desuniones, pero lo cierto
es que en el Concejo Deliberante de Salta las internas no sólo son de palabras
sino de hechos.
La Concejal Romina Arroyo, que supo formar un
monobloque -expresión curiosa si las
hay, pues bloque habla de varios elementos-, no las lleva muy bien con algunos
de sus pares y decidió hacer realidad aquello de “tomar distancia”, y se llevó
hasta su atril a otro lado.
Dicen que en “busca de un lugar saludable”, Arroyo agarró su
banca y se alejó de los representantes del Frente Salteño pues no sólo no
comparte ideales sino que aire tampoco, arrimándose al vecindario de Frida
Fonseca.
Se pueden tener ideales distintos, es necesario incluso,
pero habría que guardar un tanto siquiera las formas antes de expresar estas
desavenencias que hacen pensar al pueblo que más les importan sus internas que
ocuparse de la cosa pública.
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