Es la historia de dos mundiales. Uno se celebra sobre la
cancha y otro fuera de ésta. Ambos se llevan a cabo en una nación que no está
todavía convencida de que ser sede de la Copa del Mundo haya valido el
desembolso colosal que debió hacer Brasil.
En tanto, hay otra "copa", que se disputa en las
calles de Brasil desde hace aproximadamente un año. Son las protestas diarias
en contra de los miles de millones de dólares erogados en este suceso, mientras
los ciudadanos soportan el lastre de cuantiosos impuestos, malos hospitales y
carreteras ruinosas.
Ambas contiendas, la deportiva y la social, han dejado al
país hastiado de los grandes sucesos.
Los brasileños se han cansado de las numerosas protestas, y
buena parte de la opinión pública se ha vuelto en contra de los manifestantes
Encuestas recientes muestran que la mitad de la población
está en contra de que Brasil sea sede del Mundial, algo otrora impensable para
una nación que adora el fútbol como ninguna otra. Tres cuartas partes de los
brasileños muestran convencimiento de que la corrupción ha afectado las obras
relacionadas con el Mundial, que le han costado al país 11.500 millones de dólares.
Muchos de esos proyectos han causado indignación y se han convertido en un
emblema de los males principales de Brasil. Los ciudadanos consideran que están
atados para siempre a los políticos corruptos y a un sistema que no funciona.
Pero en la víspera del Mundial y con grandes esperanzas de
que Brasil conquiste su sexto Mundial, ¿no sería lo normal que la atención se
concentre pronto en el fútbol y no en las calles?
La mandataria Dilma Rousseff, cuya popularidad sigue cayendo
en las encuestas de cara a las elecciones presidenciales de octubre, ha
invocado la naturaleza cálida de los brasileños para que salve la cara de este
Mundial. (Redacción El Diario de Salta)
Intrínsecamente, los brasileños están al tanto de los dos
mundiales que se juegan en su nación. Y muchos tienen sentimientos encontrados
sobre este evento.
"Brasil sufre. Nuestra frustración con los políticos ha
apagado el entusiasmo, y ese disgusto no se irá. Pero no conozco a alguien que
no esté rezando para que nuestro equipo muestre su calidad, su esfuerzo y gane
este Mundial".
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