SALTA.- El conservadorismo oligárquico, definitivamente, tiene problemas para comprender la democracia. Tampoco comprende el liderazgo. Y mucho menos comprende las nuevas formas de lo que se llama liderazgo innovativo.
El Gobernador, Juan Manuel Urtubey, es un acabado ejemplo de un liderazgo que ya pasó de tiempo. La figura de “el líder” como expresión autárquica no existe más. Ahora el poder debe ser colegiado en base a instancias de inteligencia emocional, que es lo contrario de lo que aplica Urtubey, con una gran concentración de poder político y de decisión en su persona.
La prueba más acabada de este liderazgo conservador –caudillista- es el equipo de funcionarios que nombró desde la primera hora. Si algo ha destacado al entorno de Urtubey es la mediocridad intelectual y funcional de ministros y secretarios. La ineficacia del equipo se mide en términos de falta de gestión, lógicamente.
Desde la elección de un obtuso Vicegobernador hasta comisiones de trabajo que demostraron su inoperancia, todo ha sido digitado con el objeto de mantener un pseudo liderazgo que ahora comienza a mostrar su lado negativo para el propio Urtubey.
Comienza el tiempo de definir candidaturas y no hay personajes de peso político, con proyección sobre el electorado. El flameado “pase” de Javier David no es más un intento de efecto psicológico porque no mide nada.
Durante dos periodos, Urtubey no logró formar líderes, no hay candidatos resonantes, por eso tiene que echar mano a dos prospectos gastados, parasitarios y mercenarios, como Santiago Godoy y Pablo Kosiner.
Ni siquiera un candidato a Vicegobernador de peso, cada vez se acerca más la composición de la fórmula con el actual Intendente, Miguel Isa, a quien detesta junto con su grupo, y que para más perdió en modo resonante ante el Partido Obrero en la última elección.
El unicato, ya practicado por Hipólito Yrigoyen, terminó en la atomización del poder y la ruina en su segundo periodo.
Un verdadero líder hace escuela, forma dirigentes, establece políticas de estado que éstos siguen, y cuando hay que plebiscitar el poder, el semillero es abundante.
Esto no es liderazgo, sino simple ambición de hegemonía.
Redacción El Diario de Salta
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