SALTA.- Todo tiene un tiempo, y viene asomando el final de una dirigencia arcaica, enriquecida a costa de vivir del Estado, ya inmóvil y sin reflejos, pero que conserva la codicia por el poder intacta.
Santiago Manuel Godoy es un vivo ejemplo de esta clase que encuadra perfectamente en la definición de Jonathan Swift, que dijo aquello que “La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse”.
Así se puede construir la historia política de Santiago Godoy, trepando desde los tiempos de Roberto Romero, y en la ambición de mantenerse, arrastrándose sin pudor ante Juan Manuel Urtubey.
Tal vez, Godoy nunca pensó que Juan Carlos Romero decidiera volver un día a buscar la gobernación, y ahora se halla en un callejón sin salida, pues habiendo renegado hasta la vileza de su antiguo amo y mentor, no tiene otra solución que jugar su papel de sicario “U”, incluso debiendo dejar la comodidad de la Cámara de Diputados para salir a pelear por un sitial que no va con su naturaleza: la Intendencia de la Capital.
Si Godoy cree en algo superior a su avidez de poder y dinero, debe estar rogando a Birján –Dios del juego y plebeyo como él-, para que Juan Manuel Urtubey conserve la Gobernación. Caso contrario, los días de Santiago Godoy en el lucro con el estado habrán terminado.
Simplemente, porque derrotado Urtubey, ya no tendrá a nadie más a quien traicionar.
Redacción El Diario de Salta
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