miércoles, 3 de septiembre de 2014

Y… ¿Para cuándo el Padrenuestro “K”? http://ift.tt/1w4zft5



Por Atanasio Casullo


La frase adjudicada a Einstein dice que “Sólo dos cosas son ilimitadas, el Universo y la estupidez humana. Pero de la primera tengo dudas”. Cierta o no, los hechos producidos por los gobiernos populistas avalan la segunda parte de esa frase.


En la Venezuela obnubilada por el Chavismo, gobernada por un “minus habens” como Nicolás Maduro, acaban de estrenar la “Oración del Delegado”, una parodia del Padrenuestro cristiano, que no por ser tal es más ofensivo que si hubiesen tomado para tal mofa cualquier otra de la confesión que fuere.


El texto que “rezan” los chavistas dice: "Chávez nuestro que estás en el cielo, en la tierra, en el mar y en nosotros, los y las delegadas, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu legado para llevarlo a los pueblos de aquí y de allá".


Y continúa:


"Danos hoy tu luz para que nos guíe cada día, no nos dejes caer en la tentación del capitalismo, mas líbranos de la maldad de la oligarquía, del delito del contrabando porque de nosotros y nosotras es la patria, la paz y la vida. Por los siglos de los siglos amén. Viva Chávez", finaliza la plegaria.


Un claro sacrilegio cívico que denota el grado de mesianismo que preside esas mentes, que por están tan elevadas no pueden ver la realidad de un país donde los servicios esenciales han colapsado y hasta tienen que importar petróleo siendo que poseen la mayor reserva de crudo del mundo.


Esta clase de estupidez es la misma que comparten los acólitos de “La Cámpora” en la Argentina, un grupo de choque de fanatizados elementos incapaces de distinguir lo que significa un gobierno democrático de un autoritarismo de las mayorías, el cáncer de todo régimen democrático cuyo final quedó demostrado con el fracaso de la Revolución Francesa, por ejemplo.


El rito de todos los populismos se basa en la entronización del líder, a quien lo mejor que le puede ocurrir es la muerte en ejercicio del poder porque eso lo catapulta a la inmediata categoría de mito salvífico, que paradójicamente se eleva cuando el país se hunde.


Con el peronismo ocurrió lo mismo, y si alguna virtud tuvo Néstor Kirchner es haber bajado no sólo el cuadro del General Videla sino también los de Juan Domingo Perón y de su esposa Eva Duarte. El Kirchnerismo hizo desaparecer los íconos peronistas, pero deberá exhumarlos en los próximos meses porque será la única manera –avivando el mito- en que podrá atrapar algunos de los votos que ya se han perdido irremediablemente.


Lamentablemente, cuando los pueblos salen del sopor populista, el país ya está destruido. Los argentinos estamos en el mismo camino.


El Diario de Salta







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