miércoles, 20 de agosto de 2014

Faltan 478 días y contando: La ciudadanía grita por el cambio http://ift.tt/Yz8H8b

Grito


Por Bruno Bonilla


Todavía puede ser que se aguante el chubasco económico que ya está sobre las cabezas de los argentinos, al fin de cuentas, tantos otros han ocurrido antes y el país ha sobrevivido.


Pero esta vez, la decadencia económica cuyo final todavía no se puede medir en cuanto a lo catastrófico o no de su resultado, vino acompañado de un fenómeno que hiere la sensibilidad pública: la desenfrenada corrupción del sistema político.


Este fenómeno de la corrupción generalizada no es patrimonio solamente del Gobierno Nacional, desde la figura de la Presidente, Cristina Fernández, involucrada en supuestos lavados de dinero, los procesos que tienen en vilo al Vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, quien en una muestra de descaro sin precedentes no tiene ni siquiera la delicadeza de pedir una licencia para ser investigado, como correspondería a todo hombre de bien, de allí para abajo, la cadena de sospechas y denuncias es infinita.


Aquella emblemática canción de Pedro y Pablo, titulada “La Marcha de la Bronca”, gritaba por entonces en uno de sus versos: “roba el asaltante, pero también roba el comerciante”, ahora deberían agregar a los políticos en la letra.


Un repaso a vuelo de pájaro sobre las intendencias de la Provincia de Salta, por ejemplo, mostrará que hasta en los sitios más lejanos, el Intendente del lugar tiene denuncias por supuesto cohecho, apropiación de terrenos, defraudación al fisco, cheques sin fondo, malversación de fondos, construcción de mansiones cuyo costo no pueden justificar, utilización de bienes públicos en provecho propio, y todo otro delito que se pueda imaginar.


No solamente hay que ser político para estar “en la renga”, como se diría vulgarmente. El policía de tránsito tiene hasta tarifada su “coima” según la gravedad de la falta del conductor. Se ha visto que incluso han sido capaces de correr un vehículo hasta un lugar de prohibido estacionamiento para facturarle una multa.


En la administración pública la velocidad de un expediente puede depender de la disposición del ciudadano a tranzar “con algo”, porque “Usted vio cómo esto”.


Como es arriba es abajo se suele decir, y si la cabeza del sistema democrático se apunta como la madre de la corruptela, para abajo todo lo demás está permitido.


El asalto a la cosa pública vino además acompañado de una política de “divide y reinarás”, donde un sector de los argentinos ha dejado de frecuentarse con el otro. Pasa hasta en las familias donde la defensa del “modelo” llevó a la partición de los lazos.


Un estado de violencia generalizado campea por las calles producto de que se han relajado los controles al máximo, se ha tributado reverencia al delincuente como la víctima del sistema y se lo premia hasta con un sueldo más abultado que la pensión de un jubilado.


La Justicia tiene menos credibilidad que los medios de comunicación que hacen de instructores, investigan mejor que los fiscales y hasta dictan sentencia mediática. A tanto ha llegado el descrédito en la Justicia que hasta los delincuentes piden una cámara de televisión para entregarse.


Se ha promocionado la vagancia, porque una cosa es la inclusión social con dignidad y otra muy distinta es el clientelismo político que ultraja la decencia de una persona. Hoy, al final de la “Década ganada” hay una generación que no sabe trabajar, que no estudia y que ni siquiera sabe qué va a hacer.


El “modelo” se termina dejando atrás una estela de decadencia, destrucción material y desconfianza en las Instituciones del Estado. Todavía falta ver hasta dónde aguanta la situación con la economía, pero hoy, a casi 500 días del final, hay un desesperado deseo de cambio.


El Diario de Salta







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